Sábado 19 de enero de 2008
Ante las tormentas que puedan soplar por estos días, es recomendable ser fuertes y flexibles para lograr afrontar y equilibrar la fuerza de la brisa, sin que nuestras bases se debiliten, este debiera ser un pensamiento firme de quienes día a día luchan por este país, desde cualquier espacio que le haya tocado vivir.
Bien sea desde el punto de vista profesional, comunitario o familiar, la responsabilidad es la misma ya que los vientos irrumpen con la misma intensidad para todos.
El no saber medir la fuerza de estos aires sin que afecten desde el punto de vista emocional, físico o espiritual, pueden arrasar cosechas sembradas desde hace mucho tiempo.
Por eso, el tallo de nuestro árbol debe estar apto para moverse al vaivén del tiempo sin que se pierdan los valores, principios e ideas que han permitido darle vida a nuestra cosecha.
Cuando se obra bien, sin hacer daño a lo demás, sin resentimientos pasados, ni odios presentes, la brisa se recibe como la energía que da vida para refrescar nuestro cuerpo y nuestra mente. Es bueno aprovechar esos momentos para enriquecer y fortalecer nuestro entorno, cada quien sin arrepentimiento ni debilidades que disminuyan sus fuerzas.
Todo aquello que se observe y se escuche con ruido en nuestras mentes, debe servir para descubrir los errores y debilidades de los otros sin juzgar y convertirlos en fortalezas que den vida a nuevos proyectos.
Que este nuevo año que nos invita a la unión y al trabajo en equipo nos permita percibir los rayos y los truenos sin volvernos sordos y mudos ante las lluvias y tormentas que se puedan aproximar; teniendo presente las palabras de uno de los secuestrados en Colombia, cuando escribió a su familia que a lo que mas le temía era a la “perversidad del malo y a la indiferencia del bueno”