lunes, 11 de febrero de 2008

Conocimiento Emocional versus Responsabilidad

Isa Cisneros de Sapene

Sábado, 11 de agosto de 2007

Volviendo con el tema de la Inteligencia Emocional, retomo una idea que desde hace un tiempo ronda en mi mente: la relación de la inteligencia emocional con la responsabilidad del ser humano ante la vida.

Cuando se viene al mundo, los responsables de nuestro nacimiento son nuestros padres. Luego, se crece y siguen siendo responsables de los valores que se reciben durante la formación; los padres, la familia, los maestros y la sociedad y una vez que se tiene total uso de razón la responsabilidad de seguir siendo, se comparte. Cada quien tiene el compromiso de lograr su propio crecimiento personal y el de conocerse así mismo.

Si se sigue con la cadena, cuando se llega a la edad adulta, es cuando algunos comienzan a darse cuenta de que los seres humanos, sin falta, son responsables de sus emociones y de sus actos y por tal, cada quien es garante de los hechos generados en una sociedad.

Así que como niños, adolescentes, jóvenes, adultos, estudiantes, profesionales, padres, hijos, tíos, primos, amigos, abuelos, esposos, vecinos, maestros, gerentes, políticos, gobernantes o sencillamente como ciudadanos, somos responsables de lo que a otros les suceda, como consecuencia de la ignorancia emocional o la inteligencia emocional que cada quien tiene.

Y si bien legalmente la falta de inteligencia emocional no se castiga, la vida sí se encarga de pasar factura a quienes no han sabido inteligentemente aportar beneficios a sus seres queridos y seres humanos con los que se han relacionado durante su existencia.

Un verdadero crimen se comete cuando una persona no sabe medir el impacto que genera su respuesta emocional. A veces es difícil perdonar a todo aquel que siembra odio, tristeza, miedo, incertidumbre, inseguridad, envidia; sobre todo porque esto lleva a los demás a sufrir stress, frustraciones, enfermedades, angustias, ansiedad, inestabilidad, depresiones, sentimientos de culpa, demencia, infartos, locura y hasta suicidios, entre otros males.

Y si se revisan las estadísticas en la familia, en la empresa y en la sociedad puede medirse fácilmente el grado de insatisfacción, de muerte, y de enfermedades que se generan, producto de seres humanos que irresponsablemente, día a día, trasmiten a otros emociones y sentimientos que les llevan a hundirse muchos de ellos sin poder recuperarse de los daños recibidos. Quienes ocasionan estas situaciones son unos irresponsables al no medir sus propias emociones y la de los demás. La vida les cobrará su indiferencia.

Entonces ¿Cuándo el ser humano va a entender que toda aquella acción negativa o positiva que se trasmite a otro, con el tiempo se le devuelve para sí? O ¿Cuándo van a entender los seres humanos que no se puede atropellar constantemente a otro ser?

Si no, qué mejor ejemplo para evaluar lo antes dicho, que el comportamiento de un padre que maltrata o cuida a un hijo, que a la final la respuesta que recibe es el repudio o el amor de su propia familia.

Quienes atropellan, provocan y ofenden emocionalmente a los demás, dirigiendo sus energías a la desolación de la población mediante la violencia física o verbal, están equivocados y no actúan responsablemente ante sus propias vidas y la de la sociedad.

Siempre he pensado que la libertad también está totalmente relacionada con la inteligencia emocional. Me atrevo a afirmar que la mayoría de las personas que se sienten libres y felices, deciden lo que quieren y cómo quieren actuar.

Ante esta realidad, es necesario entender de nuevo el sentido de la responsabilidad que cada quien tiene de educarse y conocerse a sí mismo, para lograr que su conducta edifique en vez de demoler y que esa conducta esté guiada por su inteligencia emocional.

Una manera de identificar la forma incorrecta de cómo se administran los recursos emocionales es, por ejemplo, cuando una persona recibe una información completa de una situación y no actúa de inmediato en función de esa realidad y la ignora.

Actuando de esa manera, el individuo demuestra lo que significa la ignorancia emocional porque no mide las consecuencias que proporciona su actitud, al no resolver a tiempo una realidad que se está planteando como problema, ya que en ese momento es responsable de todas las respuestas que se generen, a partir de esa indiferencia hacia las emociones y reacciones de los demás.

Es interesante pensar que, según algunos especialistas en el tema, los venezolanos estamos considerados como portadores de una gran inteligencia emocional, pero a su vez es triste saber que somos ignorantes del potencial que tenemos y por tal motivo no hemos sabido aprovechar
Los invito a que analicen e identifiquen sus emociones y luego midan los impactos que éstas generan en su vida familiar, profesional y social. Luego, se informen y documenten acerca de qué manera puede utilizar las herramientas adecuadas, para que sus emociones contribuyan a lograr la paz y armonía, al menos en el entorno donde cada uno se mueve.

Así cada quien se va responsabilizando por crear un mejor ambiente para todos y, como lo decimos en criollo, aporte un granito de arena en la construcción de una mejor sociedad.

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